Rasgos básicos de la estructura industrial española
- es un sector en el que potencialmente se pueden producir unos incrementos de productividad altos, lo que va a tener un impacto trascendental sobre la renta real o PIB per cápita.
PIB per cápita = producción / población = N / población • producción / N
El primer término (N/población) sería la tasa de ocupación, mientras que el segundo término (producción/N) es la productividad aparente. Tanto un incremento de la tasa de ocupación como de la productividad aparente contribuye a un incremento del PIB per cápita. Sin embargo, empíricamente se ha demostrado que el componente que más importancia tiene es el segundo, es decir, el de la productividad aparente.
- sus relaciones con la agricultura y los servicios, tanto hacia delante como hacia atrás. El sector industrial actúa como oferente de medios de producción para el sector servicios y como demandante de la agricultura.
- la industria hasta el momento es el sector más abierto en el marco comercial, el más expuesto a la competencia exterior. De hecho, no se podría entender nuestra aproximación a la renta per cápita media de la Unión Europea en los cuarenta últimos años si no se hubiera producido paralelamente una reducción de las diferencias del desarrollo industrial.
Las actividades industriales tienen por objeto la transformación de los recursos naturales, a través de sucesivas fases, por medio de procedimientos físicos y químicos. Aunque tradicionalmente se incluía en ellas la producción de energía e, incluso, la construcción de edificios y de obra pública y civil, una demarcación más estricta excluye ambas actividades, por sus especiales características tecnológicas y de mercado. De este modo, el ámbito de la industria queda reducido a lo que suele denominarse manufacturas, aunque en un sentido amplio, ya que hay que incluir la extracción de minerales metálicos y no metálicos no destinados a la energía.
Las agrupaciones más habitualmente utilizadas son dos: una, desde una óptica de demanda, en función del dinamismo de los mercados; otra, desde una perspectiva de oferta, en función de los factores de que dependen su eficacia productiva y su competitividad.
Teniendo en cuenta el dinamismo de los mercados, pueden distinguirse, entre actividades de demanda fuerte, media y débil. La inclusión de un tipo de actividad en uno de estos grupos se basa en la elasticidad-renta de su demanda o en algún cálculo aproximado de ella. La elasticidad-renta de la demanda será mayor en las industrias de reciente aparición (ordenadores, electrónica,...). En el otro extremo, los productos de demanda débil suelen ser productos maduros o consolidados (textil, calzado, cerámica, madera, siderurgia, construcción naval).
Va a haber en este caso una competencia vía precios, los países especializados en producción débil compite en mercados del sudeste asiático. Es importante tener ventajas competitivas que permitan el mismo ritmo de crecimiento que se da en mercados de demanda media o alta.
Es útil conocer los factores que condicionan la eficiencia productiva, y dado que no son los mismos en todas las actividades industriales, su distinción conduce al segundo criterio de demarcación, el que tiene como perspectiva la oferta. No obstante, como cabe considerar factores de distinta naturaleza y otorgarles diferente importancia, incluso para una misma actividad, son diversas las clasificaciones que pueden efectuarse a su vez siendo fieles a este segundo criterio. La más antigua es la que distingue entre bienes intensivos en trabajo e intensivos en capital. Sin embargo, en la actualidad se rechaza esto ya que se pretende conocer las realidades del mercado contemplando otros aspectos o elementos (economías de escala, utilización de nuevas tecnologías, capacidad de diferenciar el producto o de crear productos nuevos...).
Tratando de reflejar la pluralidad y diversidad de factores de oferta, una reciente división ofrecida por la OCDE distingue cinco grupos de actividades, según su intensidad en trabajo, en escala productiva, en diferenciación de producto, en recursos naturales y en ciencia. Por el contrario, otra clasificación, igualmente de la OCDE, destaca sobre los demás factores de competitividad el esfuerzo tecnológico destinado a obtener nuevos y diferentes productos, y procesos productivos más eficientes, distinguiendo para ello entre actividades de intensidad tecnológica alta, media y baja.
Optar entre las dos clasificaciones básicas hasta ahora mencionadas puede parecer un problema, ya que aquí interesa tanto la perspectiva de oferta como la de demanda. Un producto de demanda alta va a ir acompañada de un esfuerzo tecnológico alto. Por tanto, las empresas invierten sus esfuerzos tecnológicos donde esperan que haya demandas fuertes y también, en donde esperan que haya demandas dinámicas, ya que detrás de esta demanda hay un producto novedoso.
Se puede realizar una clasificación mixta entre actividades de demanda de contenido tecnológico alto (como maquinaria de oficina, ordenadores, maquinaria eléctrica y electrónica e instrumentos de precisión), medio (química, caucho y plástico, maquinaria mecánica y material de transporte) y bajo (confección, ropa, alimentos y productos metálicos). Con el fin de ofrecer una exposición más clara se simplificarán estas denominaciones nombrando a las primeras como avanzadas, a las segundas como intermedias y a las terceras como tradicionales. Vamos a medir el VAB a precio de mercado en estas actividades:
%VAB a precio de mercado 1966 1996
Avanzadas 3,8% 10,3%
Intermedias 25,9% 30,3%
Tradicionales 70,3% 59,4%
Es cierto que el VAB a precio de mercado, en %, de las actividades tradicionales disminuyó algo en la actividad industrial, pero sin embargo el núcleo suele ser este tipo de actividades tradicionales. Esto es un problema porque nos sitúa en los mercados en una tesitura que nos obliga a competir con países con salarios más bajos.
La variación de la demanda ha sido mayor en las tradicionales, la productividad es mayor en las avanzadas, el peso de los recursos naturales es mayor en las tradicionales. Mientras que pesan más los bienes de capital en las intermedias y avanzadas. El grado de estandarización es más alto en las tradicionales. El esfuerzo tecnológico es mayor en las avanzadas e intermedias que en las tradicionales, lo mismo ocurre con la presencia de multinacionales.
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