El marco de la economía española: condicionamientos y recursos.
Con relación a la base física de la economía española nos enfrenta un territorio de difícil orografía y pleno de contrastes. La base física resulta, por tanto, poco favorable en su conjunto y ha planteado obstáculos al crecimiento económico español. La consideración del territorio, como se acaba de indicar, remite en primera instancia a una base física que en el caso de la economía española presenta notables singularidades, resulta poco favorable en su conjunto y ha planteado algunos obstáculos al crecimiento económico. Así parece apuntarlo el hecho de que con el 15 por 100 de la superficie, España suponga un 10 por 100 de la población y el 7 por 100 del PIB de la Unión Europea. La compleja orografía y el accidentado relieve español imponen restricciones al desarrollo de la actividad económica, entre otros aspectos, al dificultar las comunicaciones y reducir las posibilidades de cultivo del suelo.
También existe una mala dotación de recursos energéticos y minerales. El subsuelo ha agotado sus principales riquezas en la explotación intensiva llevada a cabo en la segunda mitad del siglo XIX y nunca ha podido proporcionar una adecuada fuente de recursos energéticos. El carbón jugó un papel importante pero fue protegido. La situación actual de recursos energéticos es que dependemos mucho de ellos. Nuestro carbón no es competitivo, el petróleo es casi inexistente, el gas natural hay algo más, pero no es suficiente y tenemos pocas ventajas en energía hidráulica.
Pero la base física española también ofrece algunas significativas ventajas, como la biodiversidad y un amplio litoral marítimo convertido en recurso turístico de primer orden y que es una importante fuente de divisas. Y no deja de ser cierto, que en la economía moderna, el progreso tecnológico, los esfuerzos en inversiones, el desarrollo de infraestructuras y comunicaciones, la mecanización, el abono, la selección y cuidado del suelo han permitido superar, siquiera parcialmente, algunos de los tradicionales obstáculos orográficos y de las mayores deficiencias que, sobre todo en el pasado, han convertido a la base física en un factor limitativo para el desarrollo económico de España.
Junto a la base física, la posición constituye un elemento fundamental de la valorización económica de un territorio. La posición tiene que ver con la mayor o menor conexión con grandes ejes y centros de crecimiento económico. Es dinámica porque puede variar en el tiempo, aunque geográficamente estamos en el sitio correcto, podemos estar en un momento más cerca de un eje de crecimiento. Si varía la posición en términos económicos, esto va a suponer que se pueda atraer recursos y actividades.
La posición periférica de España en el continente, alejada del centro de Europa, parece colocarla en una situación desfavorable. Pero aun periférica, la economía española ha podido disfrutar de la renta de situación, derivada de su proximidad a una de las áreas de mayores niveles de renta y bienestar de la economía mundial, y aprovechar sus efectos difusores, materializados en corrientes turísticas, en inversiones o en intercambios comerciales, aparte de otro amplio espectro de relaciones económicas, sociales y culturales.
Desde mediados del decenio de 1980, además esa posición ha conocido novedades sustanciales por el efecto combinado de la incorporación de la economía española a la Unión Europea y de la ampliación y extensión de los núcleos y ejes más dinámicos de ésta. En primer término, la adhesión de España a la Unión Europea ha comportado, efectivamente, un decisivo componente novedoso en la posición del país, que pasa de estar en Europa a estar dentro de Europa, y constituye el principal recurso de posición de la economía española, con importantes efectos y consecuencias económicas en muy diversos ámbitos.
La aproximación del espacio español al europeo ha coincidido, además, con significativos cambios en el mapa económico territorial de la Europa comunitaria. El viejo corazón financiero e industrial de la economía europea, situado en un triángulo cuyos vértices eran Londres, París y el Ruhr, con alta concentración de producción, riqueza y población, se ha ampliado hasta configurar la gran dorsal europea y, con ella, un marco más complejo y policéntrico. Así, no sólo aparece hoy un núcleo central más extenso –esa gran dorsal se prolonga de Londres a Milán, concentrando en un sexto del territorio de la Unión Europea prácticamente un cuarto del total de la población y casi la mitad de la producción del conjunto-, sino también diversas trayectorias de los principales efectos difusores de tal disposición demográfica y productiva sobre el territorio europeo.
Ahora bien, este fenómeno ha establecido, a su vez, importantes diferencias entre las diversas zonas del territorio español, de manera que no puede decirse que todas ellas cuenten con las mismas ventajas ni con una posición igualmente favorable. El nordeste y levante de España quedan integrados en este eje de crecimiento y dinamismo, registrando una concentración de la población y el producto. Al mismo tiempo este nuevo mapa perjudicó al noroeste de la península que se encuentra más desconectado de los ejes dinámicos de la economía europea, aunque hay que decir que, sin embargo, ha tenido lugar una ligera mejoría respecto a la situación de partida.
Como conclusión se podría decir que el proceso de integración en la Unión Europea, la inserción en los ejes europeos de crecimiento, el desarrollo de las infraestructuras de transportes y comunicaciones, la superación de obstáculos físicos y de barreras a la movilidad de los factores han permitido un mejor aprovechamiento de la posición del territorio como elemento impulsor del desarrollo económico de España o lo que es lo mismo, han permitido un posicionamiento más favorable de nuestra economía.
• RECURSOS NATURALES Y PROBLEMAS AMBIENTALES
El territorio es, además de base física y posición, el solar donde se asientan los recursos naturales. Desde la perspectiva de fondos, se pueden clasificar los recursos naturales en dos grandes bloques: renovables y no renovables. Los recursos renovables son aquellos susceptibles de regeneración natural, por ejemplo el agua, la flora, la fauna, etc. Los recursos no renovables son aquellos no susceptibles de regeneración natural cuyo stock va disminuyendo a medida que los vamos incorporando a los procesos productivos, por ejemplo el petróleo.
En España hay que destacar los siguientes problemas:
a) El problema del agua plantea dos grandes problemas en España que son el desequilibrio temporal y el desequilibrio espacial. Para ver el primero, el desequilibrio temporal, conviene partir del hecho de que sólo se puede satisfacer la tercera parte del consumo con el agua obtenida de forma natural. Esta escasa disponibilidad se deriva de la irregularidad de las lluvias, porque a veces llueve mucho y otras veces no llueve nada. Este desequilibrio entre los recursos obtenidos de forma natural y los consumos lleva a la necesidad de construir presas para embalsar el agua sobrante en las épocas más lluviosas.
El segundo gran problema, el desequilibrio espacial, es más reciente y afecta sobre todo a las cuencas Sur, Segura y Júcar, en las que el consumo se ha incrementado notablemente en las últimas décadas. Así como el desequilibrio temporal se ha ido resolviendo por la vía de la regulación de la oferta, para resolver el problema de los desequilibrios espaciales es preciso actuar tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda. El aumento de la oferta y la disminución de la demanda se pueden conseguir básicamente mediante la subida del precio del agua. Con el aumento del precio se reduciría la demanda y, simultáneamente, habría mayores incentivos para aumentar la oferta, tanto por la vía de la construcción de nuevas presas, las instalación de plantas desaladoras e incluso los trasvases intercuencas, como por la vía de reducir las importantes pérdidas actuales.
b) Los problemas específicos el mediterráneo: la descripción del estado del medio ambiente en España y de las políticas que se están llevando a cabo para conservarlo ha de partir de la consideración de que los problemas ambientales de España son de dos tipos: los generales, que padece toda sociedad desarrollada, y los derivados de su posición mediterránea. Para saber cuáles son los primeros, es preciso conocer en qué gastan las Administraciones Públicas los recursos (aproximadamente, el 1% del PIB) destinados a la conservación del medio ambiente. Las principales actividades a las que se dedican son:
1) La protección de la biodiversidad y de los paisajes (más del 30 por 100 de los recursos destinados en España al medio ambiente).
2) La gestión de los residuos sólidos (más del 35 por 100 de los recursos destinados en España al medio ambiente).
3) La gestión de las aguas residuales (más del 20 por 100 de los recursos).
Desde un punto de vista institucional, los Ayuntamientos realizan la mitad del gasto, fundamentalmente en la recogida y eliminación de los residuos sólidos urbanos y en el tratamiento de las aguas residuales, por tanto el protagonismo en estos problemas es muy alto.
Los problemas específicos de la zona del mundo donde se sitúa España se pueden agrupar en dos bloques:
1) Los relacionados con la erosión, deforestación y los incendios forestales. Con respecto a estos se pueden señalar factores como la propia deforestación del terreno, las roturaciones y talas excesivas, así como con el éxodo rural. Vinculada a la erosión está la desertización, es decir, la pérdida de la capa fértil del suelo. En España, y según los estudios realizados, el fenómeno de la erosión supera los límites admisibles en casi la mitad (el 44 por 100) del territorio (en la Unión Europea en su conjunto dicho porcentaje se sitúa en el 2 por 100). Las Comunidades Autónomas más afectadas son Andalucía (40 por 100) y Murcia (35 por 100). Para combatir la erosión y la desertización se está actuando en varios frentes: mejorando la cubierta vegetal, llevando a cabo una repoblación forestal protectora, realizando la corrección de los cauces.
2) Los relacionados con las costas y aguas marítimas mediterráneas. Hay una gran variedad de espacio pero tiene poca profundidad y por ello el suelo es muy fácil de erosionar. Tiene un aspecto negativo que es el turismo. El Plan de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) decidió tomar medidas al respecto, medidas que se articularon en torno a lo que se llamo Plan de Acción para el Mediterráneo, con el que se pretendía prevenir y reducir la contaminación y proteger y mejorar el medio marino. Una de las medidas más fuertes que se tomaron, mejor dicho la única, fue el endurecimiento sobre las condiciones de los vertidos de buques.
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