La balanza de pagos: estructura y evolución
Las economías modernas son muy abiertas y los ciudadanos y las empresas de los diferentes países realizan una gran diversidad de operaciones con residentes en otros países. La contabilización de estas operaciones tiene interés para conocer, entre otras cosas, la capacidad competitiva de los diferentes países, la financiación externa recibida (u otorgada), o los movimientos de divisas.
La balanza de pagos es un documento contable que ofrece un registro sistemático de las transacciones, tanto reales (bienes, servicios) como financieras (títulos financieros) de una economía con el resto del mundo. Aunque, a grandes trazos, tiene una estructura parecida a la cuenta del resto del mundo de las cuentas nacionales es un documento diferente y la metodología utilizada en su elaboración es del Fondo Monetario Internacional. En la balanza de pagos la suma de los ingresos es igual a la de los pagos, esto es, siempre se produce un equilibrio contable.
Una de las posibles interpretaciones de la balanza por cuenta corriente es la que refleja la diferencia entre el ahorro nacional bruto y la formación bruta de capital (SNB – FBK). Si existe un déficit por cuenta corriente refleja que el ahorro nacional bruto es inferior a la FBK, por lo que hay una necesidad de financiación. Necesariamente en este país se va a tener que producir una entrada de capitales del exterior y una salida de reservas. Si existe un superávit por cuenta corriente refleja que el ahorro nacional bruto es superior a la FBK, por lo que hay una capacidad de financiación. Necesariamente en este país se va a tener que producir una salida de capitales al exterior y una entrada de reservas.
Las operaciones, por sus características se agrupan en diferentes sub-balanzas. La balanza corriente y la balanza de capital son las dos grandes divisiones de la balanza de pagos. Cada una de las cuales integra, a su vez, subdivisiones o sub-balanzas más concretas. Así, la compraventa de bienes (exportaciones e importaciones) se registra en la balanza comercial, llamada también balanza de mercancías o de bienes. Los ingresos y pagos por servicios se anotan en la balanza de servicios. La balanza de transferencias registra las transacciones sin contrapartida (excepto las de capital, en la nueva normativa), como son los diferentes tipos de donaciones de carácter privado o público, como las remesas que los emigrantes donan a sus familiares o las subvenciones corrientes de la Unión Europea a los países miembros, y viceversa.
Las tres sub-balanzas anteriores constituyen la balanza corriente, una importante sub-balanza que registra los distintos ingresos y pagos por operaciones relacionadas con la creación de renta en el año al que se refiere la balanza.
Las balanzas de pagos tradicionales incluyen una balanza denominada balanza básica que abarca la balanza corriente y una parte de la balanza de capital, la sub-balanza de capital a largo plazo, excluyendo, por tanto, el capital a corto plazo y la variación de reservas.
• LA ECONOMÍA ESPAÑOLA COMO EJEMPLO
En el cuadro 1 se presenta diferentes saldos de sub-balanzas para la economía española, durante más de tres décadas, como ejemplo de cómo se van financiando los déficit comerciales con el resto de elementos de la balanza de pagos. Se observa el crónico déficit de la balanza comercial (todos los años con la excepción del peculiar año de 1960 en el cual hubo un pequeño superávit, pero el comercio era bajo condiciones muy restringidas ya que las importaciones estaban casi prohibidas, por lo que este superávit habría que ponerlo entre interrogantes). También, en un gran número de años, la balanza corriente registraba saldo negativo, mientras que, en otras ocasiones, la balanza positiva de servicios permitía equilibrar los déficit comerciales. Ante estos déficit de balanza corriente, la entrada de capitales a largo plazo era el mecanismo de compensación que, en algunos años, como en la segunda mitad de la década de los ochenta, superaron las necesidades estrictas de financiación de la balanza corriente y suponían una acumulación de divisas en España. Si nos limitamos a la balanza por cuenta corriente española se puede afirmar que los dos mecanismos compensadores básicos del déficit comercial son los ingresos por turismos y las remesas recibidas de los inmigrantes.
En los últimos años de nuevo hay rasgos de que hay déficit pero, eso sí, en menor cuantía, y algunos déficit se transforma en superávit en la balanza básica. Las entradas de capital jugarán un papel muy importante en nuestra economía. Esto quiere decir que las entradas de capitales a L/P llegaron a superar en los años 80 las necesidades estrictas de financiación de las operaciones corrientes, produciéndose así una gran cantidad de reservas de divisas.
Desde 1991, el Banco de España tiene el encargo de elaborar la balanza de pagos de España, ajustándose a las nuevas orientaciones contenidas en el 5º Manual de Balanza de Pagos, del Fondo Monetario Internacional. Algunos de los cambios introducidos se exponen a continuación:
En la antigua cuenta corriente, la principal novedad es que se crea una nueva balanza, la de rentas, donde se recogen los ingresos y pagos relacionados con rentas del trabajo y del capital (intereses, dividendos) correspondientes a residentes que prestan servicios en el extranjero y, viceversa. Estas partidas, servicios profesionales, dividendos e intereses de préstamos, se recogían antes en la balanza de servicios. En la sub-balanza de servicios se incluye partidas como los gastos efectuados por turistas, los servicios de fletes y seguros y los servicios financieros.
Con relación a los capitales, a partir de ahora, se va a dejar de distinguir entre capitales a C/P y L/P. La antigua cuenta de capital se desdobla en dos: la primera, llamada cuenta de capital, recoge las transferencias de capital y los movimientos entre residentes y no residentes de activos no producidos, no financieros (por ejemplo, la compra o venta de patentes, compra de terrenos, activos intangibles); la segunda, llamada cuenta financiera, registra diversas novedades, algunas de las cuales se comentan: hay que empezar señalando que los movimientos han pasado a organizarse en dos columnas, que llevan el encabezamiento de “variación de pasivos” y de “variación de activos”, anotándose con signo positivo los aumentos y con signo negativo las disminuciones de ambas columnas. La cuenta financiera está formada por: inversión directa en el extranjero, inversión en cartera, otra inversión en capital (depósitos) y reservas.
En ingresos se van a recoger todo lo que afecta a la variación de los pasivos sea aumento o disminución. Mientras que bajo pagos se van a recoger la variación (aumento o disminución) de los activos.
En el cuadro 2 se registra la balanza de pagos de España en 1993. En la misma hay un saldo corriente negativo por valor 509,9 (datos en miles de millones de pesetas). En la balanza de capitales debe darse, por ello, una situación compensatoria, esto es, aumentarán los pasivos financieros de la economía española o se reducirán los activos financieros (o ambas cosas). De otra forma, si la balanza corriente presenta déficit, España tiene que entregar activos financieros al resto del mundo, bien porque los emite (deuda) o porque se habían acumulado previamente; en el país se produce una salida neta de activos financieros.
Dejando de momento los movimientos en las reservas, los distintos tipos de pasivos y de activos (inversiones de extranjeros en España, de residentes en el extranjero y otros capitales) dan una diferencia de 82,7 (VPF – VAF = -1.230 + 8.120,2 – 6.807,5 = 82,7), que es el incremento de pasivos o del endeudamiento, que no es suficiente para saldar el déficit corriente negativo (de 509,9). Por ello, se deberá producir además una reducción de la tenencia de activos de reserva, por lo que la partida variación de reservas, que es un activo español, figurará con signo negativo por la cuantía necesaria en variación de activos financieros.
Sin embargo, la cantidad que aparece en reservas es algo superior (-566) a lo necesario para saldar el déficit corriente tras considerar el incremento de pasivos financieros. Tal diferencia corresponde a movimientos de operaciones no computadas por los órganos estadísticos, por lo que la diferencia figurará en errores y omisiones (-138,8), que es la cuantía en que la diferencia entre la VPF y la VAF (incluyendo los movimientos de las reservas) supera al déficit por cuenta corriente (VPF – VAF= - 1.230 + 8.120,2 – 6.807,5 + 566 = 648,7), cantidad que supera al déficit corriente de 509,9 en 138,8 (esto es, 509,9 – 648,7) y que es la partida de errores y omisiones (138,8).
En resumen, hay un saldo corriente de –509,9. La variación de pasivos menos la de activos financieros (incluyendo en éstos las reservas) da 648,7. La diferencia entre estas dos cantidades es de 138,8, que serán los errores y omisiones o partida que pretende corregir las deficiencias en los datos estadísticos que impiden que se produzca la necesaria igualdad entre el saldo de la balanza corriente y el de la de capital.
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