La Responsabilidad Social de la Empresa

La empresa es influida por el entorno como hemos visto en el epígrafe anterior. Pero


también la empresa incide en su entorno próximo y lejano de varias formas. La cuestión

que se plantea es ¿debe la empresa limitarse a cumplir sus obligaciones legales y

económicas o bien exceder este marco mínimo y considerar los efectos que ocasiona su

proceso de producción?.

Responsabilidad social de la empresa es la obligación que ésta posee para con los

elementos de su entorno (tanto general como específico).

En torno a la responsabilidad social en la empresa existen dos posturas:

a) En un grupo se encuentran las personas que consideran que la

responsabilidad social de la empresa se centra en cumplir de la mejor

manera posible su misión económica: producir bienes y servicios de la

forma más eficiente. La empresa debería limitarse a cumplir las leyes y

asegurar un rendimiento mínimo a sus propietarios.

b) El segundo grupo lo integran aquellos que piensan que la empresa recibe

múltiples ventajas por estar insertada en una determinada sociedad y debe

devolver, aunque sea parcialmente, estas utilidades no tangibles.

Informaciones, una fuerza de trabajo cualificada, recursos naturales y

financieros serían buenas muestras de ello.

Ambas posturas extremas no son más que la simplificación de un fenómeno

complejo. Existen argumentos a favor y en contra de una implicación de la empresa en

cuestiones sociales. Razones contra la responsabilidad social de la empresa:
 
1. Las empresas deben dedicarse a producir aquello que la gente desea de la


forma más eficiente posible.

2. Los recursos de la empresa deben dirigirse a lograr el máximo beneficio.

3. Solventar los problemas de la sociedad es competencia de otros órganos e

instituciones.

4. Los clientes saldrían perjudicados, porque se produciría un aumento

generalizado de precios de los bienes y servicios.

5. Las empresas tienen ya el poder económico. Si invaden otros campos,

acabarían poseyendo el social y político.

Razones a favor de la responsabilidad social de la empresa:

1. Las empresas son parte integrante de la sociedad.

2. Las empresas deben recompensar no sólo a propietarios o accionistas, sino a

cualquier otra persona involucrada (clientes, proveedores, empleados).

3. La responsabilidad social es rentable, con seguridad, a medio y largo plazo.

4. Las empresas tienen personas y medios técnicos cualificados para afrontar

gran número de los problemas que afectan a la sociedad.

5. Las intervenciones públicas se producirán en la medida que las empresas no

asuman las responsabilidades sociales que la comunidad vaya exigiendo.

El entorno de la empresa

El entorno representa el medio externo de la empresa y podríamos definirlo de las


dos formas siguientes:

I. Condiciones ambientales o fuerzas que influyen o modifican

II. Conjunto de, condiciones sociales y culturales, como costumbres, leyes,

lengua, organización política y económica que influyen en la vida de un

individuo o organización.
 
En consecuencia, entorno es todo aquello ajeno a la empresa como organización,


aunque a veces resulta difícil definir donde empieza o acaba el mundo exterior a la

empresa.

Existen dos categorías o clases de entorno:

1. Entorno General

2. Entorno Específico

2.3.1.- El entorno genérico

Según el profesor Cuervo (1994), se podría definir como el conjunto de factores

económicos, político-legales, sociales y tecnológicos que delimitan las reglas del juego y

el marco legal en que las empresas se van a desenvolver.

La definición anterior nos indica cuales son los componentes o factores que dan

forma a este entorno:

a) Factores económicos.

Entre ellos podemos citar las variables macroeconómicas de un país, como son: los

tipos de interés, el tipo de cambio, la inflación, etc.

El hecho de que la economía esté en un ciclo de expansión o recesión incide

considerablemente en las expectativas de las empresas y en sus proyectos de inversión.

Otras variables de interés son en general: las redes de comunicación y transporte de que

dispone un país, etc.
 
b) Factores político-legales.


Los estados intervienen activamente mediante políticas monetarias y fiscales,

regulan los diferentes mercados, como el laboral (salarios mínimos), ley de huelga,

regulación del despido y las contrataciones, etc.

c) Factores socio-culturales.

Incluye las pautas culturales dominantes, es decir, el nivel educativo, la distribución

de la renta, los estilos y nuevos hábitos de vida.

d) Factores tecnológicos.

La tecnología es un factor determinante en la capacidad competitiva de la empresa.

Las tecnologías pueden clasificarse en:

• Básicas, se caracterizan porque cualquier empresa puede utilizarlas

• Claves, no están al alcance de todas las empresas y posibilitan obtener unos

productos claramente diferenciados o a menor coste que la competencia.

• Incipientes, son aquellas que están en un primer estadio de desarrollo y que

muestran un alto potencial para ser las tecnologías claves del futuro.
 
El entorno específico


Según el profesor Cuervo (1994) este entorno hace referencia a los factores del

medioambiente que afectan de forma concreta a la estructura de un conjunto de

empresas que constituyen lo que se denomina un sector industrial.

La estructura de un sector industrial vendría determinada por los siguientes factores:

• Número y tamaño relativo de las empresas existentes en el sector.

• Presencia o ausencia de barreras de entrada (barreras legales, tecnológicas,

económicas, etc.).

• Existencia de productos homogéneos o diferenciados. (A mayor

homogeneidad de los productos, mayor competencia entre los mismos).

• Existencia de productos sustitutivos.

• Grado de integración vertical.

• Tecnología y costes de producción.

• Tipo de información y acceso a la misma.

Sobre esta estructura y según Porter pueden actuar 5 fuerzas competitivas:

• Compradores o consumidores de un producto. Determinan el nivel de

ventas así como los atributos del producto o servicio que pueden influir en su

venta. Su importancia aumenta si poseen un elevado poder de negociación, es decir, cuando el número de consumidores es muy reducido o cuando éstos


tienen múltiples alternativas distintas a la hora de realizar su compra.

• Competidores actuales en el sector. Si el nivel de rivalidad es alto pueden

determinar de forma importante las decisiones a tomar por nuestra empresa

así como las posibilidades de desarrollo.

• Competidores potenciales. No solo los competidores actuales pueden

alterar las condiciones competitivas existentes en un sector industrial. Es

necesario obtener la información suficiente que nos permita anticiparnos a las

posibles entradas de nuevos competidores y actuar en consecuencia

preparando medidas defensivas, el contraataque o incluso una retirada

anticipada del mercado.

• Proveedores. Su importancia depende del poder de negociación que tengan,

éste será tanto mayor si el número de proveedores es pequeño o si poseen

algún elemento distintivo que los haga indispensables para la empresa a la

que aprovisionan.

• Productos sustitutivos. Una empresa será tanto más competitiva en su

sector si es capaz de diferenciar su producto del resto de los productos

competidores, o lo que es lo mismo de minimizar la amenaza que los

productos sustitutivos pueden tener sobre nuestro nivel de ventas.

Para ilustrar lo dicho anteriormente nos basaremos en un ejemplo7 relativo a un

sector industrial español, el caso del sector de fabricación de vidrio hueco. Esta industria

está integrada por seis empresas que citamos a continuación: Vidrieras Españolas Vicasa

con el 50% del mercado, Girall Laporta con el 13%, Vidrieras de Alava con el 11%, Vidrieras Vilella con el 9% y Vidrieras Leonesas con el 7%. El sector ha tenido una tasa


de crecimiento muy lenta en los últimos diez años, próxima al estancamiento, y las

empresas no pueden diferenciar sus productos, por lo que la competencia está basada en

los precios, rapidez en los plazos de entrega y flexibilidad para atender los pedidos de los

clientes.

El sector está protegido por barreras de entrada, debido principalmente a las

indivisibilidades que presenta la tecnología de fabricación, se precisa un horno de fusión

con una capacidad mínima de producción de aproximadamente el 7% de la producción

conjunta del sector; por tanto, una nueva empresa provocaría un exceso de oferta que se

trasladaría a los precios al no poder aumentar la demanda. Además, la inversión

financiera es importante, por lo que las expectativas de rentabilidad son muy negativas;

este tipo de razones justifican la relativa estabilidad en el número de empresas

existentes.

La importante presencia de productos sustitutivos es otro factor relevante que incide

negativamente sobre la rentabilidad del sector y añade mucha incertidumbre sobre su

futuro. Las funciones de un envase son contener y proteger el producto envasado y

facilitar su comercialización; dichas funciones pueden ser satisfechas por medio de

diversas tecnologías alternativas como el plástico, cartón (tetra-pack y tetra-brick) y los

envases metálicos (latas y botes de acero y aluminio). Estos productos sustitutivos

presionan de forma continua sobre la rentabilidad del sector, dado que los clientes

comprarán la relación prestaciones- precio y en función de ello deciden el tipo de envase

que más les conviene.

El poder negociador con proveedores y clientes es muy limitado, ya que la energía

eléctrica, que representa el 20% del coste total, tiene un precio regulado y la sosa -

componente básico para la fabricación de vidrio- está en manos de la multinacional

Solvay que tiene el monopolio mundial de dicho producto. En cuanto a los clientes,

resulta difícil negociar dada la importancia que tiene lograr los pedidos de los grandes
 
fabricantes de bebidas refrescantes, vinos y cervezas para las empresas del sector, lo


que unido a la falta de diferenciación entre las mismas y a la posibilidad de sustitución por

otros envases alternativos, deja a las empresas con un margen de maniobra muy escaso.

Teorías sobre el empresario y el beneficio

La función del empresario ha sido vista desde dos puntos de vista:
!"
asumir los riesgos del proceso productivo.

La doctrina del empresario riesgo, según la cual la función del empresario es
!"
una función de dirección, organización y control del proceso económico.

La primera se debe a Knigh el cual señala que el empresario es un asegurador de
rentas y el beneficio es la compensación por los riesgos típicamente empresariales (como
los derivados de las fluctuaciones de la oferta y la demanda)

Los defensores de la segunda doctrina critican al anterior pues indican que quienes
asumen los riesgos son los capitalistas o propietarios. Según esto, la función directiva y
de control del empresario presenta una doble vertiente:

La doctrina del empresario control, de acuerdo con la cual el empresario cumple
necesidades.
En relación al sector consumo, el empresario interpreta sus deseos, gustos y
factores de producción.

Cada factor de producción, actuando individualmente, proporcionaría un rendimiento
inferior al efecto combinado de todos ellos bajo la dirección del empresario. Cabe por
tanto, atribuir a este una productividad que se obtiene de forma indirecta, merced a su
intervención coordinadora. En este caso, el beneficio es la retribución a esta función
específica.

Próxima a la doctrina del empresario control, cabe situar la aportación de
Schumpeter. Según este, el empresario es el protagonista del desarrollo económicocapitalista.

Según este autor, el sistema económico tiende al equilibrio donde los ingresos
se igualan a los costes y el beneficio del empresario tiende a quedar reducido al salario
de la dirección. Ahora bien, este equilibrio se rompe cuando el empresario realiza una
innovación que le permite una situación de monopolio temporal obteniendo unos
beneficios extraordinarios. El beneficio sería la recompensa a la innovación, que
constituye, por tanto, la esencia de la función empresarial.
La posición predominante actualmente entre los economistas defiende una postura
ecléctica entre las doctrinas citadas como explicativas de la función del empresario y la
justificación del beneficio.

Aunque se puede aceptar que es, en última instancia, el capitalista quien soporta los
riesgos financieros y puede perder su inversión, es también cierto que una parte de ese
riesgo, al menos el técnico y el moral, los asume el empresario. El empresario corre
también un riesgo profesional ya que pone en juego su puesto de trabajo y su prestigio
profesional.

Por otra parte, hay que considerar que de hecho todos los factores productivos
soportan un cierto grado de riesgo en la empresa -proveedores, trabajadores, acreedores,
etc.-, por lo que el riesgo patrimonial no puede ser el único elemento de consideración.

Hoy en día, se acepta que el empresario ha de realizar diversas funciones y que
todas ellas vienen a conformar la función empresarial:

1. Coordinar el proceso productivo, sirviendo de enlace entre el mercado de
factores y de productos.
2. Asumir el riesgo inherente a la actividad económica (técnico, económico,
profesional, moral y social) al basar sus decisiones en expectativas y
anticipar el pago de los factores en base a las mismas.
3. Para imponer sus decisiones y para coordinar el proceso productivo, el
empresario debe ejercer su autoridad, por lo que la función de motivación y
liderazgo aparece como implícita en la actividad empresarial.

Difícilmente estas funciones pueden ser asignadas a una sola persona, por ello la
función del empresario puro no se da, por lo que se acepta como función principal del
mismo la adopción de decisiones en situación de incertidumbre.
En relación al sector productivo, ordena a éste, coordinando a los restantes

Evolución histórica de la figura del empresario

Los conceptos de empresa y empresario son interdependientes y difícilmente se

puede hablar de uno de ellos sin hacer referencia al otro, al menos hasta bien avanzado

el s. XIX, cuando la emergencia de grandes organizaciones empresariales provoca

fuertes cambios en la figura del empresario.

El empresario se define como el órgano individual o colectivo que establece los

objetivos empresariales y toma las decisiones oportunas para alcanzarlos.

El primer tipo de empresario corresponde al comerciante propio del capitalismo

mercantilista.

La revolución industrial supone el relevo del poder económico de la figura del

mercader sedentario, que viene a ser sustituida por el industrial. Este se configura como

un sujeto de mentalidad económica, racional, calculador y capaz de planificar su actividad

empresarial sin hacer concesiones de orden humano, moral o social.

Durante la mayor parte del tiempo se ha identificado al empresario con el que tenía

la propiedad de los medios de producción (cuando la tierra era la única fuente de

generación de recursos, el agricultor era el empresario; cuando el comercio tenía

preponderancia, el empresario era el comerciante, cuando la producción a gran escala

aparece como generadora de valor, el empresario es el industrial).

Con la industrialización aumentó la escala de actividad y fue necesario grandes

capitales para financiar esta expansión. Por ello, se expandió la sociedad por acciones

donde empieza a producirse la separación entre propiedad y administración.
 
En esta época, en la que el capital está fraccionado entre un número amplio de

accionistas, se elige al empresario en función de su capacitación profesional, de sus

conocimientos en relación a la toma de decisiones y a la interpretación de las variables

económicas y de su capacidad de liderazgo y comunicación del elemento humano.