Teorías sobre el empresario y el beneficio

La función del empresario ha sido vista desde dos puntos de vista:
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asumir los riesgos del proceso productivo.

La doctrina del empresario riesgo, según la cual la función del empresario es
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una función de dirección, organización y control del proceso económico.

La primera se debe a Knigh el cual señala que el empresario es un asegurador de
rentas y el beneficio es la compensación por los riesgos típicamente empresariales (como
los derivados de las fluctuaciones de la oferta y la demanda)

Los defensores de la segunda doctrina critican al anterior pues indican que quienes
asumen los riesgos son los capitalistas o propietarios. Según esto, la función directiva y
de control del empresario presenta una doble vertiente:

La doctrina del empresario control, de acuerdo con la cual el empresario cumple
necesidades.
En relación al sector consumo, el empresario interpreta sus deseos, gustos y
factores de producción.

Cada factor de producción, actuando individualmente, proporcionaría un rendimiento
inferior al efecto combinado de todos ellos bajo la dirección del empresario. Cabe por
tanto, atribuir a este una productividad que se obtiene de forma indirecta, merced a su
intervención coordinadora. En este caso, el beneficio es la retribución a esta función
específica.

Próxima a la doctrina del empresario control, cabe situar la aportación de
Schumpeter. Según este, el empresario es el protagonista del desarrollo económicocapitalista.

Según este autor, el sistema económico tiende al equilibrio donde los ingresos
se igualan a los costes y el beneficio del empresario tiende a quedar reducido al salario
de la dirección. Ahora bien, este equilibrio se rompe cuando el empresario realiza una
innovación que le permite una situación de monopolio temporal obteniendo unos
beneficios extraordinarios. El beneficio sería la recompensa a la innovación, que
constituye, por tanto, la esencia de la función empresarial.
La posición predominante actualmente entre los economistas defiende una postura
ecléctica entre las doctrinas citadas como explicativas de la función del empresario y la
justificación del beneficio.

Aunque se puede aceptar que es, en última instancia, el capitalista quien soporta los
riesgos financieros y puede perder su inversión, es también cierto que una parte de ese
riesgo, al menos el técnico y el moral, los asume el empresario. El empresario corre
también un riesgo profesional ya que pone en juego su puesto de trabajo y su prestigio
profesional.

Por otra parte, hay que considerar que de hecho todos los factores productivos
soportan un cierto grado de riesgo en la empresa -proveedores, trabajadores, acreedores,
etc.-, por lo que el riesgo patrimonial no puede ser el único elemento de consideración.

Hoy en día, se acepta que el empresario ha de realizar diversas funciones y que
todas ellas vienen a conformar la función empresarial:

1. Coordinar el proceso productivo, sirviendo de enlace entre el mercado de
factores y de productos.
2. Asumir el riesgo inherente a la actividad económica (técnico, económico,
profesional, moral y social) al basar sus decisiones en expectativas y
anticipar el pago de los factores en base a las mismas.
3. Para imponer sus decisiones y para coordinar el proceso productivo, el
empresario debe ejercer su autoridad, por lo que la función de motivación y
liderazgo aparece como implícita en la actividad empresarial.

Difícilmente estas funciones pueden ser asignadas a una sola persona, por ello la
función del empresario puro no se da, por lo que se acepta como función principal del
mismo la adopción de decisiones en situación de incertidumbre.
En relación al sector productivo, ordena a éste, coordinando a los restantes

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